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un bifolio de papel doblado en folio, escrito por recto y verso del primer folio y por el verso del segundo folio.
tres líneas en blanco entre la fórmula de saludo y el inicio del texto.
cruz
La autora explica a Pedro Chacón las últimas novedades en torno a su hermana Isabel Bautista, las cartas que ésta envía y las novedades que transmite. Se muestra contenta por las noticias que recibe y por el discurrir de los acontecimientos.
Para hacer uso de las imágenes es necesaria la autorización del Archivo Histórico Nacional.
El proceso se abrió por ilusa e iludente entre 1574 y 1578 contra Francisca de Ávila (alias de los Apóstoles), siendo finalmente condenada. La acusación se debía a que era considerada “hereje, apóstata, blasfema, execrable, temeraria, atrevida y arrogante, excomulgada y perjura, que fingía revelaciones, éxtasis y apariciones”. A lo largo del proceso y mediante las sucesivas declaraciones se recogieron las diferentes visiones de Dios, levitaciones, éxtasis, etc, que ella afirmaba experimentar. No aceptó que sus errores fueran inventados ni “cosas de mujeres”, como sostenía el inquisidor, y defendió su inocencia en la línea de los alumbrados. Junto a ella, tuvo mucha presencia su hermana Isabel Bautista, quien también aparece en este conjunto epistolar, figurando como Isabel de San Jerónimo y que también fue encausada y condenada por el Santo Oficio. Al igual que Francisca de Ávila, Isabel Bautista tuvo experiencias místicas que la llevaron a una parálisis completa o a deambular ausente por las calles de Toledo, siendo sanada por los exorcismos que le practicó Miguel Ruiz, clérigo del Hospital de la Misericordia, quien después se convirtió en su confesor. Las dos hermanas sufrieron trances y revelaciones a imitación de los de Catalina de Siena. Ambas permanecieron internas en el beaterio de Santa María la Blanca, dependiente de la parroquia de Santo Tomé, aproximadamente entre 1555 y 1563. Al dejarlo, se mantuvieron económicamente enseñando costura. El otro implicado en esta correspondencia era Pedro Chacón, clérigo, citado como hermano (religioso), cuya declaración para descargo de su conciencia se recogió en los fls. 110 y 111. Tras escribir una regla monástica, en 1573 Isabel Bautista viajó a Roma en busca de las licencias necesarias, dato que permite concluir que algunas de las cartas sin fecha son posteriores a este año, ya que en ellas se especificaba que Isabel Bautista estaba ya allí. En 1574 Isabel Bautista se mostró muy desanimada porque no conseguía las licencias que requería, peor su hermana Francisca de Ávila actuó como sostén emocional, alentándola con sus visiones que le apuntaban que las gestiones saldrían bien. A la vuelta de Roma, sin haber obtenido los permisos necesarios, se inauguró el beaterio que solo permaneció abierto entre abril y octubre de 1575. A partir del fl. 139 aparecen las declaraciones de Isabel Bautista, quien en esos momentos (noviembre de 1575) estaba presa en las cárceles de la Inquisición. Ambas mujeres se autoproclamaron abiertamente iluminadas en numerosos espacios públicos, lo que, definitivamente, condujo a su detención en septiembre de 1575 junto al clérigo Miguel Ruiz. En el fl. 140v se encuentra la declaración de Miguel Ruiz, realizada en noviembre de 1576, en la que relató que la reo le contó las visiones que tenía y le pidió a él que escribiese a su hermana a Roma. Las cartas intercambiadas entre las hermanas durante el viaje de Isabel Bautista a Roma fueron transportadas por Pedro González de Mendoza, canónigo de la catedral de Toledo. En esta carta hay algunas anotaciones del tribunal indicando que la carta ha sido reconocida y subrayando algunos datos. A partir del folio 213r del proceso, Francisca reconoció las cartas que ha ido escribiendo a su hermana y explicó que ésta (PS8156), aunque está dirigida a Pedro Chacón, estaba también destinada a su hermana Isabel Bautista. El citado en la misiva “Cibrián” es su hermano Carlos Cebrián (1540).
Bibliografía:
Melián, Elvira M. (2013), "Antes de Francisca: la beata Isabel Bautista de San Jéronimo o el origen de un proyecto reformista segado por la Inquisición toledana en el siglo XVI", Estudios Humanísticos. Historia, nº 12, pp. 91-104.
Letter from Francisca de Ávila (also known as 'Francisca de los Apóstoles'), a lay sister, to Pedro Chacón, a priest.
The author informs Pedro Chacón about the latest news from her sister Isabel Bautista. She seems to be happy about the news she receives and about the way things are going.
Between 1574 and 1578, Francisca de Ávila (also known as 'Francisca de los Apóstoles') was accused of being a deceiver and a deceived. She was eventually condemned and considered a heretic, an apostate, a blasphemous and an excommunicated, who pretended to have revelations, ecstasies and to witness apparitions. She claimed to experience visions of God, levitations and ecstasies, not accepting that what she related was defined as inventions or as 'feminine things', and she affirmed her innocence, as other 'alumbrados'. Her sister, Isabel Bautista, was a very important figure in this process, because she also was arrested and condemned for having claimed to have had mystical experiences, who had once provoked her a complete paralysis, and sometimes had led her to be seen walking daydreamingly in the streets of Toledo. She had been helped by exorcisms made by Miguel Ruiz, a priest of the Misericordia Hospital, who afterwards became her confessor. The two sisters affirmed to have had mystical experiences similar to those experienced by Catherine of Siena. Between 1555 and 1563, they had both lived in the lay sisters' convent of Santa María la Blanca, in the parish of Santo Tomé. Afterwards, they had earned a living teaching needlework. In 1573, Isabel Bautista went to Rome to request the licences she needed to found a monastic rule. The letters she wrote from Rome show that she was very disheartened because she did not manage to obtain the licences, but her sister encouraged her telling her that she saw in her visions that everything would have gone well. When Isabel Bautista came back from Rome, without having obtained the licences, they opened a convent, which was open only for some months in 1575, after which Isabel Bautista was arrested and imprisoned by the Inquisition. The two sisters publicly declared to be 'alumbradas' in various occasions, which led to their imprisonment, together with Miguel Ruiz, in 1575.
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